sábado, 3 de noviembre de 2012

Del análisis funcional y otras torturas

Nunca se me han dado muy bien las mates. Y no es porque no me gustaran. Creo que durante un tiempo pertenecí al reducido número de estudiantes que disfrutaban con las matemáticas, viendo cómo al final todo acababa cuadrando.
Pero llegaron las integrales y las derivadas y la cosa se torció. Dejé de entenderlas, de entender su función real para perderme en un mar de hipótesis, y me limité a memorizar.

Pues bien, con el análisis funcional de la conducta me ha pasado lo mismo. No le veo la utilidad práctica a analizar una conducta, dividiéndola en estímulos condicionados, incondicionados, discriminativos y sus diferentes formas de respuesta para llegar a la misma conclusión que otro que no lo hace. Todavía no he encontrado la relación entre el análisis funcional y el tipo de tratamiento a utilizar, y sin embargo se espera de mí que ya los haga como si fueran churros.

Y con el análisis funcional me pasa como con las matemáticas, y es que hasta que no llega el momento en el que todo hace "click" en mi cabeza y puedo verlo con perspectiva, todos esos EC, EI, RC, RO... forman un gran ovillo de lana lleno de nudos con el que no puedo tejer nada mínimamente útil.

Y con esas estoy cuando me encuentro con historias como la de Carlos, Alba, Héctor, Agustina o cualquier otro caso que me hayan plantado delante y del que tengo que analizar su conducta de una forma muy rebuscada para llegar a la misma conclusión a la que llegué la primera vez que vi el caso: que ese "paciente" necesita tratamiento. (De mi opinión acerca de los términos "paciente" y "cliente" aplicados a un sujeto que acude a terapia creo que será mejor que hable en otro momento)

Por hoy creo que poco más. Tendré que intentar mañana buscarle un sentido que por hoy, después de casi 8 horas ejerciendo como psicóloga, mi cabeza ya no da más de sí.

Eso sí, como siempre, merece la pena.

jueves, 1 de noviembre de 2012

Primeros pasos

No me puedo creer que casi haya acabado la carrera.
De aquí a unas pocas semanas terminaré el cuatrimestre, y después de los exámenes me quedará una asignatura por cursar y la parte más divertida de la carrera: las prácticas

Comienzo ahora el blog como una forma de no olvidar lo que han sido estos años, lo que ha significado para mí el proceso de convertirme en psicóloga, de aprender cosas (aunque muchas de ellas las considero inútiles) y de conocer a gente que ha ido dejando su marca al pasar por mi vida.

Y aunque las prácticas oficiales de la carrera no empiecen hasta febrero, en realidad sí que soy una psicóloga en prácticas, ya que en mi (escaso) tiempo libre colaboro como psicóloga voluntaria en una ONG.

Estas primeras prácticas me han aportado mucho más de lo que ha hecho la carrera en sí, me han permitido conocer a mucha gente, descubrir coincidencias increíbles y darme un motivo por el que acabar la carrera con muchas más ganas de las que empecé este último curso. Trabajar en ANAR me ha permitido conocer a gente increíble, que se ha prestado a ayudarme en cuanto he tenido algún problema, pero que también ha confiado en mí lo suficiente como para dejarme trabajar por mi cuenta y de forma independiente, dando mi propio estilo a todos esos protocolos que allí manejamos diariamente, pero sin descuidar al niño o adulto que llaman con algún problema serio.

Intentaré que las siguientes entradas combinen un poco de cada, mis experiencias en la facultad de los últimos años, las de los últimos días y cualquier cosa interesante que pase en ANAR (aunque, claro está, sin contar ninguno de los casos con los que trato, aunque de aquí a un tiempo podré escribir un libro entero de ello).

Como nota también poner que no anunciaré nuevas entradas por Facebook, como hago con los otros dos blogs en los que escribo.

Si has leído hasta aquí y te quieres quedar, gracias y bienvenid@